«Castilla, la región del pequeño
propietario»
Este lema ha sido una constante en el imaginario común, haciendo referencia especialmente a la submeseta norte, a las provincias de la actual comunidad autónoma de Castilla y León. Si bien es cierto que la pequeña propiedad estaba muy extendida en esta región durante los siglos XIX y XX, una visión poco amplia ha llevado en muchas ocasiones a obviar la presencia de trabajadores por cuenta ajena, la mayoría de ellos jornaleros, en esta área. Ante esto, muchos investigadores, sobre todo desde la historia social, han venido reclamando últimamente una mayor atención hacia estos grupos y sus manifestaciones políticas y sociales.
A pesar de la emigración que
comenzó a hacerse sentir con intensidad desde principios del siglo XX por la
maquinización del campo, la propia crisis agrícola y vitivinícola y los
salarios de hambre, la década de los años 30 se inicia en España con un número
todavía similar de obreros industriales y obreros agrícolas. En Castilla y León
la tasa de obreros agrícolas sobre el total de la población activa podía llegar
al 30%, pero en espacios más concretos como la comarca de Tierra de Campos,
este porcentaje superaba el 50% en las tres primeras décadas del siglo XX. Las
condiciones de estos trabajadores se pueden resumir en una palabra: miseria.
Los escasos salarios se unían a una manutención pésima (pan, cebolla, algo de
cecina o bacalao) y unas condiciones materiales de vida alejadas de los
estándares de una vida digna, incluso para los funcionarios estatales de la época que realizaban visitas a estas zonas, por ejemplo desde el Instituo de Reformas Sociales. Los meses de invierno, sin tareas en el campo
suficientes para emplear a los jornaleros, generaban una masa desocupada que
bien acudía a las obras públicas subvencionadas por los ayuntamientos o
directamente emigraban por campañas a otros territorios como La Rioja o
Vizcaya.
Labradores arando en Castromocho (1946), en la Tierra de Campos palentina [Fuente] |
Los «tranquilos y resignados»
campesinos castellanos y leoneses habían protagonizado ya a lo largo del siglo
XIX momentos de protesta por sus condiciones de vida. Los motines de 1856 son
buena muestra de ello y no fue la única hasta el final de la centuria. Ya
iniciado el siglo XX las nuevas ideas obreristas, como las del socialismo, se hicieron presentes de
manera más clara en las zonas rurales de Castilla y León y cuando la acción
colectiva pasó de la espontaneidad del motín a la planificación de la huelga. En
los años 1903 y 1904 toda la región conoció una gran agitación social con gran
protagonismo de las protestas por subsistencias y la propaganda socialista supo
abrirse camino en este ambiente en los pueblos castellanos y leoneses,
especialmente en la Tierra de Campos, donde se establecieron multitud de
sociedades obreras adscritas al PSOE en estos momentos. La penetración de esta
nueva ideología no se debió únicamente al proselitismo llevado a cabo por las
agrupaciones socialistas de las capitales castellanas, sino que también influyeron
las estancias de obreros agrícolas en lugares como Vizcaya, donde también debieron
conocer estas corrientes.
Una de las imágenes más claras de
la importancia de estos conflictos se observa tras las elecciones municipales
de 1903. Los comicios, celebrados el 8 de noviembre de ese año, colocaron en
los ayuntamientos un «sorprendente» número de concejales socialistas, asaltando
el sistema de la Restauración. Fue un total de 63 los municipios españoles con
presencia socialista en sus consistorios, con un total de 157 ediles, y fue la
provincia de Valladolid la que se situó a la cabeza con 34 concejales
repartidos en 14 ayuntamientos. En la cabeza de la lista de provincias
españolas le siguieron Madrid, con 13 concejales en 6 ayuntamientos; Barcelona
y Palencia, con 14 concejales y 5 ayuntamientos; y Zamora, con 8 concejales en
4 ayuntamientos. En total, el 40% de los concejales socialistas electos en 1903 a nivel nacional
se materializaron en la actual Castilla y León.
El caso más curioso y uno de los más destacados de este proceso
electoral sucedió en el pequeño pueblo de Urones de Castroponce (Valladolid).
En plena Tierra de Campos la candidatura presentada por la agrupación
socialista local consiguió 3 concejales, y con ello la mayoría en el
ayuntamiento. Así, el primero de enero de 1904 fue elegido el primer alcalde
socialista de la historia de España, José Herrero Fernández, en Urones de
Castroponce, lugar que no podía estar más alejado de algún centro industrial
donde, presumiblemente, el socialismo debería tener más fuerza. La vida de este
personaje, después de este hito, siguió relacionada a su trabajo campesino y,
posteriormente, en hostelería, trasladado ya a la capital de la provincia.
Recorte de «El Socialista» (22/01/1904) dando cuenta de la elección. |
Fuentes
- Aróstegui, Julio (1977) Miseria y conciencia del campesinado castellano. Memoria acerca de la información en ambas castillas, por Adolfo Á Buylla y Alegre. Madrid: Narcea
- Redondo Cardeñoso, Jesús Ángel (2013) 1904: Rebelión en Castilla y León. Valladolid: Universidad de Valladolid
- Velasco, Ángel: En memoria del primer alcalde socialista de España, El Día de Valladolid (28/1/2011)